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hoy queremos contaros un caso de éxito de un plan de reestructuración empresarial. La empresa se creó hace 46 años, como tantas otras, por un técnico con sus pocos ahorros. Se trataba de un taller metal mecánico para dar servicio a las empresas de la zona. Un poco de capital para comprar unas máquinas sencillas, un pequeño local en lo que entonces eran las afueras del pueblo y la habilidad para conseguir materia prima a buen precio fueron las aportaciones iniciales.
El propietario tuvo éxito consolidando una marca referente en su zona de influencia. Invirtió en maquinaria moderna de última generación, amplió servicios y el taller se convirtió en un conjunto de empresas dedicadas a ofrecer servicios integrales en todo lo referente a la ingeniería mecánica.
Con el tiempo, el propietario fue desatendiendo le empresa dejando el negocio en manos de su persona de confianza. Hasta que los vaivenes de la crisis pusieron de manifiesto la falta de gestión y el exceso de mano de obra. No se tomaron medidas correctoras.
El propietario se engañaba poniendo el acento sobre el prestigio de la marca quitando importancia a la falta de rentabilidad. La empresa, que tan buenos resultados había dado siempre, volvería cualquier día a resucitar con energía y demostrar su potencia. Alguna coyuntura rara la tenía dormida temporalmente, sólo era eso.
Hablarle de su exceso claro de personal, de la obsolescencia de la gestión, de la falta de planificación y control, de su deficiente layout, de su cash-flow insuficiente para cualquier remodelación profunda del negocio, de que la competencia no iba a desaparecer y que las ventas no se multiplicarían por sorpresa, era como hablar con la pared.
La gestoría «de toda la vida» le sugirió que lo que necesitaban era un gerente experto y duro que hiciese el trabajo de darle la vuelta a la empresa, que además ayudara a los dos hijos que estaban sin hacer nada por allí y que fuera capaz de poner orden y tomar las decisiones que nadie se atrevía a tomar.
El propietario vio ahí la solución, y un par de meses después ya estaba allí el mirlo blanco. Después de hacer su análisis, la situación era gravísima y era preciso urgentemente hacer una ampliación de capital o aquello explotaba. El propietario estaba casi un año después adelante en la cuesta abajo, teniendo que enterrar más dinero en un pozo sin fondo y con la incertidumbre de qué pasaría después.
Pon el foco en la información relevante para que la toma de decisiones sea el núcleo del plan de reestructuración. Esto significa:
Los planes deben diseñarse siempre con objetivos y acciones, con medidas que puedan alcanzarse e implementarse en el plazo correspondiente. Cada medida debe basarse en un objetivo realista.
Para esto, contar con Resultae con su experiencia como consultoría de reestructuración es una ventaja clave.
Lo mejor es nombrar una consultora como Directora de Reestructuración (CRO). La consultora trabaja dirigiendo la reestructuración empresarial y reúne todas las tareas involucradas en la gestión total de crisis, desde la implementación de medidas estratégicas y operativas hasta la negociación de refinanciación. La consultora es directamente responsable de implementar las medidas de crisis actuando como líder en la gestión del cambio.
Mejora con un plan de reestructuración con Resultae.