Tomamos decisiones continuamente, a veces ni siquiera somos conscientes de ello. A lo largo del día tomamos decenas, incluso centenas, de decisiones. Entre ellas, unas de mayor importancia que pueden marcar irremediablemente la dirección de nuestra vida.
Cuando nos enfrentamos al momento de tomar la decisión en muchas ocasiones solo tenemos en cuenta los factores más superficiales, cuando en realidad, detrás de una decisión se esconden múltiples determinantes. Centrarnos en los aspectos más visibles, sin profundizar en el asunto, puede llevarnos a tomar una decisión incorrecta.
¿Cómo podemos mejorar el proceso de toma de decisiones?
No existe un decálogo infalible, pero podemos establecer estrategias que amplíen nuestra perspectiva y nos ayuden a reflexionar para decidir con mayor conocimiento de causa.
Piensa en términos de oportunidades
Cuando vamos de compras, por ejemplo, pensamos en términos de “comprar” o “no comprar”. Esta perspectiva nos lleva, ineludiblemente, a comprar algo. Sin embargo, todo cambia si pensamos en términos de “ahorro”. De ese modo pensamos que el dinero que no empleemos en adquirir un artículo podemos invertirlo en algo que nos reporte una satisfacción mayor.
Por eso, cuando vayas a tomar una decisión, no pienses en términos de “todo o nada”, piensa en términos de oportunidades futuras.
Maneja diferentes opciones
Las grandes empresas, cuando tienen entre manos un buen proyecto, no apuestan por un solo jugador, al contrario, amplían sus opciones dándole el mismo encargo a diferentes personas. De esta forma logran tener distintas perspectivas del problema. Como consecuencia, pueden elegir el camino que les resulte más conveniente.
En lugar de limitarnos a las opciones más obvias, deberíamos aprender a ampliar nuestra perspectiva.
Pídele a alguien que resuelva el problema
A menudo los problemas llegan con una gran carga emocional, en esos casos nos resulta difícil encontrar diferentes soluciones. Sin embargo, un observador externo tiene la mente menos contaminada por los prejuicios, por lo que puede darnos ideas muy valiosas que ni siquiera habíamos tenido en cuenta.
Recuerda que a menudo las mejores ideas provienen de personas completamente ajenas al contexto del problema. Cualquier opinión es digna de valorar.
Recurre a las analogías
Es difícil desligarse de nuestros patrones de pensamiento, estos nos limitan nuestra perspectiva. Para desmarcarse de los estereotipos y tomar una buena decisión, podemos recurrir a las analogías.
Por ejemplo, los creadores de los trajes de baño Speedo tenían el encargo de crear una prenda que ofreciera menos fricción en el agua. Cuando se sintieron atascados, usaron las analogías y comenzaron a pensar en las cosas que se movían muy rápido en el agua, como los torpedos y los tiburones. Así encontraron su fuente de inspiración.
Considera una alternativa radicalmente opuesta a tus creencias
Cuando nos enfrentamos ante una disyuntiva y debemos decidir, las opciones que se vislumbran en nuestro horizonte están profundamente condicionadas por quiénes somos, por nuestros valores, creencias y metas. Sin embargo, imagina por un momento que eres una persona completamente diferente, ¿qué decidirías?
No se trata de adoptar una solución con la que no te sientas cómodo, pero al considerar alternativas tan diferentes a tu forma de pensar habitual, puedes encontrar un punto medio que antes no habías considerado.
Aplica la técnica 10/10/10
Antes de decidir, piensa en cómo te sentirás durante los próximos 10 minutos, 10 meses o 10 años, en dependencia del alcance de la decisión que debes tomar. Así podrás desligarte de las emociones que estás viviendo y focalizarte en las consecuencias.
Si una decisión te hará sentir muy mal o culpable en el futuro, es mejor que tomes otro camino.
Limita las opciones
A veces, el problema de tomar decisiones radica en que tenemos demasiadas opciones. De hecho, en diferentes experimentos se ha demostrado que cuando tenemos muchas alternativas, solemos sentirnos desconcertados y aumentan las probabilidades de elegir el peor camino.
Por tanto, en ocasiones es conveniente limitar la cantidad de alternativas para poder centrarte en los pros y contras de cada una de ellas.
Pon a prueba las diferentes alternativas
Es recomendable ir paso a paso, con la seguridad y la tranquilidad que ello reporta. Pon en marcha pequeños experimentos que te permitan vislumbrar cómo funcionan las diferentes opciones y cuáles son sus consecuencias.
Por ejemplo, antes de elegir una carrera, puedes pasar algunos días con un profesional, que te muestre las interioridades de la profesión. Se trata de comprobar en carne propia cómo nos haría sentir un camino u otro.
Imagina el peor escenario posible
No se trata de asumir una actitud catastrofista pero es conveniente que antes de tomar una decisión, estemos preparados para un fracaso. Por eso, imagina el peor escenario posible. ¿Cuáles son las probabilidades reales de que ocurra?
Si no eres capaz de lidiar con esas consecuencias, será mejor que tomes una decisión más cauta. A veces, no arriesgar significa ganar.
Satisface tus prioridades
Tomes la decisión que tomes, lo más importante es que te sientas satisfecho. Eso se logra alineando tu toma de decisiones con tus prioridades. Antes de decidir, piensa si tu próximo paso te acercará o te alejará de tus prioridades esenciales. Así evitarás sentirte defraudado dentro de poco tiempo.
No obstante, la regla de oro en el momento de tomar decisiones es solo una: decide, no dejes que los demás decidan por ti.