Ser el directivo perfecto no es fácil. El escenario actual obliga a desarrollar habilidades camaleónicas, y el momento exige ponerse manos a la obra y estar en el Gemba, en el lugar donde ocurren las cosas.
Ahora mismo, quien no arriesga no gana y en un periodo en que hay muchas cosas que parecen imposibles, cuestionar dónde están los límites y generar nuevas posibilidades es muy importante. Y todo esto, teniendo en cuenta que hay que tener en cuenta la posibilidad de fracasar y que el miedo no nos puede echar atrás.
Conocimiento técnico y experto para ser el directivo perfecto
Actualmente hace falta un conocimiento técnico y experto, además de tener relaciones personales para saber persuadir y animar cuando es necesario. Ahí es donde entra en juego la motivación, que no es otra cosa que conseguir que cada persona de nuestro equipo encuentre el sentido de lo que hace. Así es el directivo perfecto.
Nuestra experiencia en RESULTAE nos dice que los directivos valoran a las personas que tienen voz y valentía para decirnos lo que no queremos escuchar, a las que buscan mejoras y tienen ganas de sumar y a las que saben alabar en público y quejarse en privado. Creemos que no podemos entrar en la oficina, en el almacén o en la fábrica y dejar a la persona detrás. Por que si lo haces, despilfarras gran parte de tu capacidad de liderazgo.
Decálogo para ser el líder perfecto
- Ser optimista, e intentar ver siempre el vaso medio lleno.
- Asumir responsabilidades y no tener miedo a dar un paso adelante.
- Tener las ideas claras.
- Manejar las percepciones que los demás tienen de nosotros.
- Asumir riesgos, lo que requiere tener fe en nosotros mismos.
- Cuestionar los límites de lo que nos rodea y generar nuevas posibilidades de negocio.
- Innovar hasta donde nos parece imposible.
- Derrochas energía y orientación a resultados.
- Optimizar el talento.
- Tener en cuenta que puedes fracasar.